viernes

DE BRUJOS SOÑADORES Y MAS....

Yo soy el brujo.

Por un momento dejé la pluma y me solté llorando; porque hay veces en que no es posible seguir escribiendo. El silencio respira por si solo y no te deja en paz. ¿Haz alguna vez escuchado el silencio? No hay nada menos mudo que el silencio, y cuando el corazón se llena de tinta, hay que limpiarlo llorando, para entintarlo de nuevo. Hoy las cosas se tornan un poco más dramáticas y me toca a mi abrir el alma, desgarrarme la piel y mostrarles de lo que estoy hecho. Es mi deber al movimiento dar cuentas del hombre que está echando al mundo. Alzo mi puño al cielo y festejo que soy libre, libre de decidir cualquier camino y haber elegido este, contigo. 
Juntos aprendimos a amar y amamos todo el tiempo. Juntos caminamos a paso firme en el bosque y aprendí que caminando no siempre se tiene un destino. Aprendí que entre más pequeños son los niños, menos están contaminados del mundo y nunca terminas de aprender de ellos.
Aprendí también que el amor es fuego y que con el fuego no se juega, porque te quemas, y quemarse duele, duele mucho. Aprendí que nunca hay que subestimar el poder de unos ojitos negros y que hacer el amor es el ingrediente básico de toda vida sana; hacerle el amor a la vida con potencia y brío incesante, hacer el amor donde sea y cuando sea.
Recibí patadas en las costillas y siempre supe cómo levantarme. Entendí que la vida es muy interesante pero es más interesante vivirla y que a veces es mejor un reloj sin segundero. Pude entender también que los libros son amigos y sostuvimos pláticas maratónicas; me refugio a veces en ellos y no salgo hasta saberme un poquito más sabio. Siempre estoy necesitando un sueño en qué sobrevivir. Busco la belleza y amo la belleza. Le escribo a la belleza, le canto a la belleza, le regalo una rosa a la belleza. Me gusta reír a carcajadas y no parar  nunca de reír, porque pude darme cuenta de que la risa es el alimento del espíritu y me gusta reír contigo y me gusta reír sin ti. Aprendí que no se necesita mucho dinero para viajar por el mundo, pero tiene sus consecuencias, y que tener un orgasmo con amor es lo más cerca que he estado del cielo. Y me gusta beber el ron y abusar de él y descubrir el sutil pero descomunal matiz entre hacer el amor y tener un orgasmo físico. Yo no entiendo a los que dicen que el dinero sirve para comprar. Yo no entiendo a los que me hablan de la vida eterna después de la muerte. Tampoco entiendo por qué se meten en una iglesia y se dan golpes de pecho. No lo entiendo. No entiendo por qué me dicen y me repiten todo el tiempo que somos diferentes si yo veo que somos iguales y que las pequeñas y las grandes diferencias nos complementan, no nos dividen. Aprendí también que no se puede comer dinero, y que sabe feo. Me gusta explorar mi mente y saberme capaz de lo que puedo hacer, me gusta perderme en el alcohol y también llorar, llorar a lágrima viva y gritar al cielo con todas mis fuerzas. Descubrí que el poema más hermoso del mundo está en el interminable multicolor de las flores, y me gusta comer cosas con grasa y beber cerveza y correr bajo la lluvia y saltar lo más alto que pueda y abrazar a un árbol y viajar sin tener destino y fumar la hierbabuena y andar descalzo por la vida y tratar de borrar de mi mente los prejuicios, cada día. ¡Soy yo! Soy yo el que escribe por razones tan funestas, sólo yo. Solo hasta la médula y el cuello retorcido. El que se aterra en soledad, el que le gusta aprender de cada instante de la vida, el que es necio, necio, necio, el que se pinta de todos los colores para no ser catalogado, el que alza el puño ante lo inaceptable, el que insiste en vivir sin tener precio, el que todavía no logra entender por qué hay que perder amigos, el que no entiende la traición, la mentira. Soy yo el que escribe por desdichado, por fatalista, pero también por admirador de la belleza. Soy yo el que está rompiéndose en pedazos a cada rato, el que ahora implora a todos y se descarna, el que les muestra lo que tiene bajo la piel, el que está hecho de mantequilla que se derrite cuando esta enamorado, y ahora esta enamorado todo el tiempo; enamorado de la vida, enamorado del amor, enamorado de mis dos estrellas, la de manos frías y bellos ojos, enamorado de la poesía de sus manos. Soy yo el que sigue vivo sin saber por qué, pero siente una necesidad inescrutable de seguirlo estando, el que se aferra a su guitarra con las dos manos y no la suelta para acariciarla eternamente, el que ríe llorando, el que reta constantemente al destino y se burla de él, el insolente, el desmadroso, el histriónico, el poeta, el vagabundo, el niño que pregunta, el impuro, el borracho, el escandaloso, el músico, el animal nocturno, el exagerado, el holgazán, el inquieto, el alumno, el aprendiz, el amigo, el loco. El loco que intenta entender el mundo y no puede, nunca ha podido. El que bebe y baila hasta rodar por los suelos. Ese soy yo.
EL BRUJO.

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