jueves

A HUMBERTO

Hoy, hace veinte años,  murió mi mejor amigo en un accidente. Venía A 140 km por hora en su Toyota en la Priale y no lo volví a ver. Yo tenía veintidos años, estaba destrozado por él y su muerte hizo que mi vida se volviera un drama del que no pude salir en mucho tiempo. Sentía claramente un antes y un después. Sentía culpa, miedo, rabia, dolor. A veces también, ganas de morirme con él.

Odiaba la sensación de que mi vida dependiera de alguien que no estaba más. Escribía nuestra historia perfecta una y otra vez buscando sentirme más cerca de él. Me acuerdo que me deshacía de rabia dándome con no poder hacerlo, con sentir que no había nada que yo pudiera hacer con todo lo que estaba sintiendo.

Han pasado todos estos años y son cada vez menos los momentos en los que pienso en Humberto. Hay veces sin embargo, en las que me encuentro en algún semáforo, pensando en lo ilógico de que teniendo ahora cuarentaydos años a comparación de él cuando murió, lo sigo sintiendo como mayor que yo. Humberto estuvo en mi vida poco tiempo, nuestra historia fue de solo seis años porque lo conocí a los quince en el tercero de secundaria, pero nuestra historia fue todo lo mejor que son las historias cuando tienes esos años.
Vivencias inolvidables con nenas,  rock, tragos, pubs, reuniones, aventuras, discuciones  y conversaciones que solo podíamos hacerlo entre los dos. Quizás, los mejores acordes de una guitarra y un bajo, lo escuche cuando lo tocábamos juntos, aun suenan en mi mundo  melódico, en esos momentos que siento la necesidad de hablar con el y de escuchar la voz de Robert Plant, a los Zepellin que tanto nos gustaba.

Hoy estoy parado en la Priale, la última pista en la que él estuvo. Salí a manejar solo durante varias horas y recordé todo lo que de Humberto sigue vivo en mí. Hoy después de mucho tiempo lo extrañé, y por primera vez la nostalgia que sentí, la sentí sonriendo.
Como siempre digo: Espérame amigo, donde estés.
Roosevelt.


LA CARTA 
( Carta dirigida a Humberto (qepd) de Roosevelt "el brujo"
Querido amigo:
Recuerdas aquel lugar donde solíamos empuñar las canciones en nuestras manos, saborear el sucio sonido de la guitarra eléctrica, aspirar el humo del cigarrillo ajeno, beber esa botella de ron que pasaba de mano en mano. Recuerdas que aquellas canciones nos encontraron, cuando buscábamos alimentarnos de nuevos sonidos.  Recuerdas que muy cerca niños jugaban y gritaban, era un día de verano, febrero exactamente, te regale un libro con hojas amarillas, era un libro barato, de mala calidad, con poemas y cuentos en el interior también de mala calidad, sin embargo tu lo recibiste con alegría, se suponía que cambiaríamos una peli o un CD, sin embargo a cambio de eso te di un libro de mala calidad e igual sonreíste y como agradecimiento compraste una botella de ron tu solo para irnos al muelle de Barranco, donde nos sentamos por horas en las rocas frente al mar, te contaba mis jodidos sueños de grandeza, mis discusiones en mi casa y tu, tus broncas con tu hermana y la falta de billete en tu jato. Ese muelle al que iba con mi flaca y tu con  la Pety, donde en silencio observábamos las olas romper junto a nuestros pies, mientras unas tímidas gotas de sal caían en nuestros rostros.
Hoy, ese muelle no existe, la desidia del hombre y la inclemencia del mar lo desaparecieron, esas mismas olas a las cuales le lanzábamos piedras se lo llevaron, a veces pienso que tu viniste y te lo llevaste, pero digo como pudo este huevon hacer eso? entonces divago nuevamente y pienso estar en una conversa con Gael, mi hijo.
Hoy estoy aqui, maneje un rato hasta la playa a pesar del frio, Como supongo te habrás dado cuenta, me he traído tu armónica, así que pude terminar la noche tocando algo de Dylan.
Sabes, cada verano vengo a esta playa, paso por donde estaba el muelle y nos bañamos en la siguiente con mis hijos, no les hablo de ti todavía pero ya lo sabrán, sabrán que su papa tuvo un amigo, un hermano con el que comía de un mismo plato, con el que lloro abrazado después de agarrarse a puñetes, con el que toco por primera vez una guitarra y desafino -como hasta hoy- en una tocada, con el que fui a ver a nuestra "U" por primera vez en el viejo lolo, con el que nos metiamos  3 botellas de ron escuchando a Led Zepellin  The Doors  y Metallica en pasaje malanbito..............Oe, voy a salir con mis hijos, hablamos luego chavo................hablamos.
Roosevelt

LA CARTA DEL OLVIDO
  (carta dirigida por Humberto . “el chavo” Q.E.P.D.) a  Roosevelt  "el brujo"
Querido amigo:
Te escribo desde el paraíso. Perdón por la tardanza, tanto más cuando no me despedí al irme. Acudo a este lugar cada vez que me siento triste, maldito, deprimido… y sólo. ¿Alguna vez te has planteado el significado de la soledad? Mi opinión es que supone el impulso de unas manos que nos invitan a pelear. De esa lucha podemos salir vencedores pero ¿y si perdemos? Sí, nos hundimos y nos caemos hasta que nos hagamos fuertes.
Me dejo llevar por la espuma hasta escuchar los sonidos de mi silencio. Las sirenas esperan que les cante, pero me he quedado afónico al verlas y ahora no puedo. Al final nos sentamos en las rocas tomando un poco de ron y esperando que la luna nos contara un cuento, pero no pudo ser. Como supongo te habrás dado cuenta, me he traído la guitarra, así que pude terminar la noche tocando algo de Dylan.
La primera impresión cuando llegué es que todo había cambiado, menos yo. Los hombres que ya tenemos algo de mundo volvemos a un sitio por segunda vez buscando su esencia, así que no me importó que el paisaje no fuera el mismo mientras quedara su aroma. Los aromas del recuerdo, que nos hacen prisioneros de un tiempo siempre presente, en el que no existe el ayer ni el mañana y por los que nunca pasan las horas.
Espero que, cuando recibas la carta, subas a tu techo para que puedas recibir el abrazo que te mando desde la distancia.
Humberto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario